jueves, 26 de marzo de 2015

Presentación del Libro "Compendio de Mundos"

El viernes 24 de abril a las 19:00 horas será la presentación de mi primer libro, la antología "Compendio de Mundos", publicado de la mano de Ediciones Dauro. El evento tendrá lugar en el Museo Poeta Domingo Rivero (C/ Torres nº 10 1º, en Las Palmas de G.C.), y tengo el gran placer de anunciar que mi presentadora será la escritora Mélani Garzón Sousa (autora de la saga Dominadores de Almas). Quien lo desee será más que bienvenido a asistir.

"Compendio de Mundos" está formado por una serie de relatos de distinta temática, tal como la fantasía, el terror, el realismo o el drama, entre otras. Historias donde no todo es lo que parece, y sus protagonistas tienen filosofías particulares. Historias que evocan mundos dispersos o cercanos, oníricos o reales. Atrévete a cruzar el oscuro umbral que da paso a un sinfín de vidas.




martes, 17 de marzo de 2015

Ambición Desmedida

La muchacha agitó su sedosa melena rubia, mientras atraía al musculoso chico hacia ella. Él se dejaba guiar, excitado por la pálida belleza. Sus dedos recorrían el torso desnudo de su compañero, despertando escalofríos de placer. Los labios se juntaron, deseosos, encendiendo la pasión.
-¿Dónde están los demás? Suelen estar por aquí...- Preguntó él, con gesto bobalicón, sin dejar de manosearla.
-Dijeron que iban a hacer no sé qué cosa, ¿es que importa? ¿Quieres acaso que nos corten el rollo el resto de concursantes?
-¡No, no, no! ¡Claro que no!- Se apresuró en responder, temeroso de estar perdiendo la oportunidad de enrollarse con la tía más buena del programa.
La rodeó con los brazos, atrayéndola y mordiendo su cuello. Seguramente pensaba que toda la atención del reality estaría puesta sobre ellos, el público se estaría volviendo loco. Este tipo de cosas les encantaba, despertaba su morbo. Y el de él también. Sus desesperadas manos se colaron por debajo del corto top de su compañera, pero esta se hizo bruscamente hacia atrás, confundiéndolo.
-Espera un momento, voy a ponerme algo más..., cómodo-. Dijo con picardía, guiñando un ojo.
El chico asintió, mostrando sus blancos dientes en una ancha sonrisa. Su limitada imaginación no dejaba de forzar la maquinaria pensando en qué eróticos placeres le aguardaban. Intentó componer una pose con la que resaltasen sus abultados músculos, mientras se esforzaba, en vano, en parecer natural. Al fin y al cabo se trataba de eso, de dar un espectáculo con la vida diaria. Entonces sintió un duro golpe en la sien, que lo pilló desprevenido. Antes de poder girarse para encararse a su agresor, le siguió un segundo golpe, que derramó un cálido torrente por su cuello. Conmocionado, pudo ver como la hermosa muchacha rubia, sonriente, estrellaba justo entre sus ojos lo que parecía ser un libro. Entonces la función se terminó para él.
Ella siguió golpeando su cabeza, hasta que no quedó más que una masa sanguinolenta. La sangre salpicó todo, empapando el mullido sofá y marcando su blanca piel con moteados carmesíes. Contempló con desagrado la pesada biblia impregnada en sangre que sostenía y la soltó con un desdeñoso bufido. Sin duda esto era lo más cerca que estaría jamás de un libro y de la religión. Cosas innecesarias, sobre todo cuando se tenía fama. Se alejó de la escena con aire desenfadado y ligero. En la cocina se lavó bien la manos, quitándose la inmunda capa que ya empezaba a adquirir un tono marrón oscuro. Cuando acabó, fue a revisar el cobertizo de herramientas que estaba al lado de la piscina. Todos seguían allí, perfecto. Sonrió. La noche anterior se había quedado hasta tarde preparando unos bizcochos muy especiales que todos habían probado encantados. Lástima que ese zopenco se levantase siempre por la tarde y no hubiera comido también. Eso le habría ahorrado las molestias de tener que ocultar los cuerpos y de ser manoseada por semejante pulpo. Por suerte, ese lelo era muy fácil de manejar. Ya era la última concursante. Se dirigió a una de las cámaras, escondida de una forma indiscreta, luciendo su más radiante sonrisa.
-Querido público, cómo habéis podido ver, soy la última concursante que queda en pie. Quizás me haya salido del guión que esperabais..., ¿pero acaso no os he dado un espectáculo único del que disfrutar? ¡Aprovecho este momento para mandar un beso muy grande a todos mis fans y a aquellos que siempre creyeron que yo podía lograrlo! ¡Sin vuestro apoyo esto no hubiera sido posible!
Hizo un mohín exagerado, lanzando un beso a la cámara. Las normas son las normas, el que siga en la casa cuando el resto se hayan ido, gana el premio. Tan solo había acelerado las cosas. El fin justifica los medios, sobre todo en cuanto a dinero y fama se refiere.

-¡Y así es como se gana un concurso, queridos espectadores!- Concluyó, triunfal.

jueves, 5 de marzo de 2015

Crónicas de la Pequeña Jungla VIII

Aquella jornada todo era diferente. Me sentía agotado, más de lo normal. Intenté volar para despejarme, pero tuve que aterrizar con torpeza en una rama cercana, estrepitosamente. La fatiga me rodeaba como una espesa niebla, ralentizando mis movimientos. Los días habían sido tremendamente intensos, drenando mi energía. Y esta estaba llegando a su fin. No era difícil advertir que estaba viviendo la etapa final de mi vida. Ante mis ojos el mundo se difuminaba. Ni siquiera notaba si hacía calor o frío, pues todo mi cuerpo se entumecía por momentos. Había disfrutado de mi vida, cumplido mi objetivo, no me arrepentía de nada. Otra generación se abriría paso a través de mí, ocupando mi lugar en el mundo. Cuando un eslabón se rompe, otro se forja y lo reemplaza. Intenté caminar, pero mis temblorosas patas casi no respondían a mis órdenes. La oscuridad se apoderó de mí y aflojé mi agarré. Me precipité contra el suelo, en una caída que duró un segundo y una eternidad. Nadie recordaría la existencia de un ser tan efímero como yo, una parte tan minúscula en esta tierra de titanes que ni siquiera era tenido en cuenta. Ni siquiera mis hijos sabrían quien era, quien había hecho posible que vivieran. Un atisbo de melancolía me asaltó al pensarlo, sin embargo era inevitable. El destino de mi raza era no conocer a su descendencia, la única huella verdadera que podía manifestar en el corto espacio que permanecía aquí. Antes de que mi inerte carcasa chocara contra el sotobosque me desvanecí, fundiéndome con el olvido.