miércoles, 24 de junio de 2015

Alma Ardiente

El dolor le recorría. Jadeaba, tratando de recuperar el ansiado aliento. Miró a su temible rival con desespero. Su terrible risa llegaba a los oídos de él. Era un guerrero nato, mientras que él no pasaba de ser un erudito. Pero las leyes eran claras en ese respecto. Había sido retado y tenía que responder. El negarse no era una opción. Consiguió incorporarse, a pesar de haber sido sometido a una brutal paliza. Al fin y al cabo seguía siendo un démoni, no era tan débil como para caer derrotado por unos pocos golpes. Se llevó los brazos al estómago, mientras escupía un chorro de sangre. Pugnó por mantenerse en pie. Si la pelea no terminaba pronto posiblemente moriría..., pero no podía...

Ella apretaba los puños con fuerza. Sentía tanta ira y dolor recorriéndola que sentía que iba a explotar..., literalmente. Había tratado de hablar con la Reina, para impedir este absurdo combate, pero no había servido de nada. Y ahora tenía que ver a la persona que amaba sufrir a manos de ese bruto y estúpido monstruo. Servidor de las brujas y amante de una de las brujas más poderosas, contaba con un rango bastante destacado. Y para hacerse lucir más eligió machacar a un démoni que se dedicaba al saber en lugar de a la guerra. Maldito bastardo. Notaba como las llamas empezaban a nacer en sus puños, sin querer contenerlas. El propio Rey de los Démoni no hacia más que observar la escena con una ligera sonrisa...,¿acaso no le preocupaba el destino de uno de los suyos? Dio un paso adelante, hacia el campo de batalla. Una mano se posó en su hombro, a modo de advertencia. Pero no quería saber nada de eso, no ahora. Echó a correr, sin que pudieran detenerla mientras su cuerpo se inflamaba en llamas. Ante los ojos sorprendidos de los combatientes y los espectadores se plantó en medio de ambos, protegiendo al démoni.

-¿Pero qué estás haciendo...?-Consiguió preguntar él.

-¡No pienso dejar que te maten! ¡Yo mismo lo detendré si es necesario!- Contestó furibunda ella.

-No puedes...

-¡Haré lo que quiera!

Las llamas aumentaron de intensidad, haciendo que el coloso enemigo vacilase. No parecía tan dispuesto a enfrentarse a una bruja enfadada. Entonces sus llamas se esfumaron y cayó de rodillas. No podía moverse. Maldición..., la Reina... El bruto sonrió, y creciendo en tamaño se lanzó contra ellos, sabiendo que la bruja era inofensiva. Su mazo se elevó, dispuesto a estrellarse contra sus indefensos rivales...

¡Maldición! ¿Por qué diablos tenía que ser tan impulsiva? Si no hacía algo, moriría..., pero...,¡al carajo con los peros! ¡Ella era más importante que el propio mundo! Y no tenía casi tiempo.

- Liberación.

Su alma aumentó, saliéndose de su propio cuerpo. Había liberado su verdadero poder. Las heridas se empezaron a curar. Y en un segundo se plantó ante su enemigo, deteniendo con la mano su arma. La oscuridad envolvía su cuerpo, mientras una máscara blanca apareció en su cara. Frunció el ceño. Odiaba mostrar su poder. Su enemigo parecía confundido. Antes de que reaccionase, extendió su brazo y lo introdujo en el pecho de su enemigo, que empezó a chillar. Intentó liberarse, pero la presa era inamovible. No había daño físico, pero no era esa su intención. Lentamente empezó a retraer su brazo..., y con él, el espíritu de su rival. Pronto estuvo completamente fuera, semitransparente e irradiando energía vital. Lo condensó en forma de una pequeña bola que cabía en su palma. El coloso cayó de rodillas, deshaciéndose en polvo. En pocos segundos quedó reducido a la nada. Observó con indiferencia la pequeña bola que tenía en su mano, para posar luego la mirada en el público. Su Rey mostraba una amplia sonrisa, lo cual le quitó una preocupación de encima..., parecía que no estaba enfadado. La Reina de las brujas en cambio parecía desconcertada, lo cual no era raro, pues no abundaban guerreros de la Muerte en estos tiempos. Después se arrodilló al lado de ella, que lo miraba con un asombro aún mayor, pero aún no era capaz de moverse. Se arrancó la máscara, para que ella pudiera ver su rostro.

No podía creerlo. Ante sus ojos se alzaba un imponente guerrero de la Muerte. Nunca hubiera pensado que ese fuera el poder del démoni...., pero claro, nunca se lo había preguntado. Notaba que la parálisis empezaba a remitir. La mano de él acarició suavemente su barbilla, produciéndole un extraño efecto, como un cosquilleo interno. No puede evitar pensar con un estremecimiento que esos mismos dedos habían arrancado un alma de un ser monstruoso con una facilidad pasmosa. Se sorprendió al comprobar que sendos regueros de lágrimas corrían por sus mejillas, mientras su cara contenía un gesto de ira.

-¿Estás...?

-¡Cállate!-La interrumpió con un potente grito. Ella se quedó muda de la impresión. Se le erizó la piel al notar la violenta expansión del alma de éste.-¿¡Se puede saber en qué cojones pensabas!? ¡Estaban a punto de matarte por una gilipollez!

-¡A ti también!-Respondió ella, encendiéndose, mientras se ponía en pie. Lágrimas ardientes surgieron a medida que hablaba-¿¡Crees acaso por un solo instante que iba a permitir que te masacrasen, imbécil!? ¿¡Cómo hostias iba a saber que eras un puto guerrero de la Muerte!? ¡Soy bruja, no adivina!

Él pareció calmarse, quedándose en silencio. Su poder pareció rebajarse ante los sentidos de todos. Se quedaron mirándose a los ojos lo que les pareció una eternidad, sus iris rojo sangre y los suyos, negro alabastro. Hacía rato que todo rastro de lágrima se había desvanecido, perdidas en los profundos sentimientos que comenzaban a aflorar. No había mucho que decir, sus miradas ya hablaban suficiente por ellos. Se unieron en un intenso abrazo que apretó aún más el lazo que se había formado entre ellos. Unas palmadas, interrumpieron este momento. Se separaron y miraron la fuente del sonido. Era el Rey Démoni, que se había adelantado unos pasos, mientras aplaudía y esbozaba esa sonrisa tan característicamente suya.

-Ha sido una demostración realmente impresionante, sin duda.-Dijo mientras sonreía con sus afilados dientes.-Dudaba de que fueras realmente a mostrarte. Pero parece ser que es posible con la adecuada...,motivación.-Terminó de decir, con la vista puesta en la chica.

La Reina de las Brujas no decía nada, sus labios estaban inmóviles en una fina línea, y su rostro quedaba oculto tras un antifaz. Si aún no la había castigado por su insolencia seguramente significaba que la había perdonado, de otro modo ya estaría muerta. Sin embargo una de las Nobles estaba temblando de rabia. Y no era para menos, pues le acababan de arrancar el alma a su amante y reducido su cuerpo a cenizas.

-¡Pagarás caro por esto, cabronazo! ¡Devuélveme el alma de mi prometido!

El chico observó con tranquilidad la esfera que tenía en su mano y de un ligero lanzamiento la metió en su boca y la engullo. Sus oscuros ojos se fijaron en la atónita Noble y con voz carente de sentimiento dijo:

-Tarde.

Con un grito de rabia, la Noble se preparó para atacar, reuniendo unas esferas mágicas chispeantes en sus manos que lanzó contra el démoni. Un muro de fuego bloqueó el ataque. El chico ni se inmutó ante los acontecimientos. Su chica ardía, mientras su rival preparaba otro ataque. Se dirigió a su rey:

-¿Me das permiso para atacar?

-Mmm...Me temo que no es posible. No quisiera que mataras a una Noble de las Brujas. Dudo que su Reina se lo tomara bien. Dicho esto...Majestad..., si hiciera el favor...

Esta asintió levemente y susurró una única palabra, pero muy cargada de fuerza:

-Para.

El ataque de la Noble se detuvo en seco. Miró a su Reina con aire suplicante.

-¡Pero Majestad...!

Una glaciar mirada la interrumpió. La chica se vio obligada a bajar la vista y retroceder. Luego la Reina se dirigió al guerrero:

-Mis felicitaciones, guerrero erudito. Ha sido una demostración impresionante de poder que nadie esperaba, mas las reglas están claras. El vencedor tiene potestad absoluta sobre la vida del derrotado. Tú y los tuyos...,disfrutad de nuestra hospitalidad.

Luego se retiró, seguida de su séquito de Nobles y del Rey junto a su escolta. Al poco, quedaron solo ellos dos sobre el improvisado campo de batalla.

-¿Cuándo pensabas decírmelo?

-No es tan fácil...No sabes lo que implica ser lo que soy.

-¿Por qué no me lo explicas? Peleas muy bien para ser un erudito.

El se encogió de hombros, mientras sonreía.

-Soy principalmente un pensador y científico. No es mi culpa que mis poderes sean más propios de un guerrero.

Ella no pudo evitar reírse. Se pasó la mano por el cabello pelirrojo, mientras sacudía la cabeza.

-Eres un caso perdido.

-Lo sé, mi querida brujita.

Ella se acercó a él, y le obligó a sentarse en el suelo mientras se mordía el labio con aire pícaro. Luego se sentó encima de él. Sus brazos la rodearon por la cintura, atrayéndola más aún para sí, quedando sus caras a escasos centímetros.

-¿Me perdonas?-Susurró él.

-No hay nada que perdonar, amor mío.-Respondió ella quedamente.-Tan solo calla y bésame.


Sus labios se buscaron rápidamente, como habían hecho en múltiples veces anteriores. Se juntaron apasionadamente, en un ardiente beso que de forma efímera les pareció una dulce eternidad.

sábado, 16 de mayo de 2015

Presentación de "Compendio de Mundos" en Granada

El jueves 18 de junio de 2015 a las 20:00 tendrá lugar la presentación de mi antología de relatos cortos, Compendio de Mundos, en Granada, en el pub Chicago Copas. Quien desee asistir será más que bienvenido.

jueves, 7 de mayo de 2015

La Senda del Poder

¡Por fin! ¡Tras arduos años de investigación al fin estaba a mi alcance! Sostuve una pequeña esfera de un dorado tan puro que parecía desprender luz propia: la ansiada piedra filosofal. La gran obra de mi vida, al fin completa. Mi arrugada faz no pudo evitar torcerse en una sonrisa de triunfo, reflejada en el diáfano espejo de plata que tenía delante. La piedra desprendía calidez al tacto. La sostuve entre el pulgar y el índice, admirándola. Casi parecía alumbrar mi laboratorio, como un diminuto sol. Ahí estaba mi sueño, estar en la cima del mundo, ser inmortal. Mi nombre resonaría a través de los ecos del tiempo, conocido por todos. Con gran excitación, engullí la mágica gema, con algo de esfuerzo. Los efectos no tardaron en aparecer. Noté como una oleada de energía se abría paso a través de mí, embargando todo mi ser de una sensación indescriptible. Exhalé un suspiro de placer, seguro de que ya no era el mismo que antes. Había alcanzado un nivel superior. Un fuego ardía dentro de mí. Casi parecía brillar. Pero antes de poder dar un paso, me doblé, emitiendo un agudo chillido de dolor. El fuego no cesaba de crecer y extenderse, siendo lava en mis venas. Me mordí el labio con tanta fuerza que acabé saboreando el carmesí líquido vital. Mareado, me apoyé en el marco del espejo, y lo que vi me horrorizó. Dos incandescentes orbes amarillos me devolvieron la mirada. Mis ojos se habían vuelto completamente dorados, sin que hubiera rastro alguno de mis antiguas pupilas castañas. Profundas grietas se iban abriendo como diminutos terremotos por toda mi cara, dejando al descubierto la carne viva. Tosí con fuerza, expulsando un bocanada de acre humo. Algo había salido terriblemente mal, pero no entendía el qué. Mi piel se cuarteaba y endurecía, exudando ardientes vapores. Me arranqué con desesperación la túnica, tratando de aliviar aunque fuera mínimamente aquel suplicio. Vi como mis dientes crecían y se afilaban. Tosí de nuevo, dejando escapar una pequeña llamarada, para mi sorpresa. ¿En qué clase de demonio me estaba convirtiendo? Sentí como el mundo a mi alrededor se empequeñecía, mientras mis huesos crujían y se alargaban. Unas protuberancias brotaron de mi espalda, arrancándome un alarido. El reflejo del espejo me mostró a una bestia enorme, de fieros ojos y afilados colmillos, antes de que mi consciencia se diluyera en una ardiente oscuridad.

            
Abrí los ojos y dejé escapar una vaharada de humo, indolente. No sabía cómo había llegado allí, pero poco me importaba. Algo brillante llamó mi atención.. Me asomé al quebrado espejo, estirando mi serpentino cuello, admirando mi hermosa piel escamada, mis brillantes orbes áureos y mis robustas espinas. Sin duda la imagen de la perfección. ¿Qué importaba no recordar nada anterior a este momento? Sólo debía preocuparme la realidad. ¿Y qué había más increíble que yo? Inundé la cueva con una oleada de purificador fuego y desplegué mis alas. Pronto el mundo me conocería. Y temblaría ante la verdadera cara del poder.

martes, 5 de mayo de 2015

Artículos de periódico sobre la Feria del Libro de Las Palmas


En un artículo del periódico de La Provincia y otro del periódico digital Diario Las Palmas me hacen una pequeña mención, como uno de los autores canarios que más vendió en la Feria del Libro de Las Palmas. Aprovecho el momento para agradecerles el permitirme estar en sus stands, y sobre todo por lo bien que me trataron, a Yavin (junto a La Comarca Games), Canaima y Sinopsis. ¡Y por supuesto muchas gracias a quienes compraron mi libro, que espero que lo disfruten! ¡A ver si en la Feria del año que viene vuelvo a tener tanta suerte!






miércoles, 22 de abril de 2015

Librerías donde se puede conseguir el libro Compendio de Mundos

Para la gente de Las Palmas, mi libro está ya disponible en las librerías Canaima (C/ Senador Castillo Olivares nº 7) y Sinopsis (C/ Perdomo nº 6).

En el resto de España por ahora se puede conseguir a través de la página de Ediciones Dauro, con gastos de envío gratuitos (http://www.edicionesdauro.com/articulo/581-COMPENDIO_DE_MUNDOS.html)

A continuación pongo enlaces a algunas librerías de la Península donde se pueden conseguir:

Librería Edisofer, en Madrid: http://www.edisofer.com/Catalogo/Libro/9788416340118/compendio-de-mundos

Librería Proteo, en Málaga: https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/1576229/titulo/compendio-de-mundos.html

Librerías Ojanguren, en Oviedo: http://www.ojanguren.com/buscar/?isbn=978-84-16340-11-8

Librería Popular Libros, en Albacete: http://www.popularlibros.com/libros/compendio-de-mundos/731755/978-84-16340-11-8

Librería Gómez Técnica, en Pamplona: http://www.libreriagomez.com/telefono-libreria-gomez-pio12-35.html

Librería Agapea: http://www.agapea.com/libros/Compendio-de-mundos-9788416340118-i.htm

A medida que vaya teniendo más información la iré publicando. ¡Un saludo para todos!

jueves, 16 de abril de 2015

El Alma del Vein

A continuación, un pequeño relato basado en la genial saga Dominadores de Almas, de Mélani Garzón Sousa. 


El Alma del Vein


Había tenido una mañana desastrosa. Aún no me lo podía creer, temblaba por lo sucedido. Estaba dirigiendo al trabajo, como cada día, cuando un hombre se cruzó en mi camino. No pude desviar el coche y lo terminé atropellando, inevitablemente. Recordaba el impacto con tanta intensidad como si hubiese sido yo el que le embistió directamente, hasta noté un escalofrío recorriendo mi cuerpo. Salí a socorrerle, mientras avisaba a los servicios de urgencias, pero ya era tarde para él. Las siguientes horas corrieron en una amalgama de sirenas, técnicos retirando el cuerpo, policías interrogándome y finalmente pude volver a mi casa en taxi, ya que el vehículo accidentado había sido retirado por una grúa. Abrí la puerta de mi casa, con una sensación de jaqueca atenazándome. Una jaqueca que había comenzado como una ligera molestia, horas atrás. Me vendrá bien descansar un poco. Dejé las llaves sobre el recibidor, mientras anunciaba a mi familia mi prematuro regreso.
-Cariño, estoy en casa.
-¿Y eso, amor? ¿Cómo es que has llegado tan pronto?- Preguntó con extrañeza mi mujer, saliendo al pasillo.
-Ni te creerías lo que me ha pasado...- Comencé a explicarle, cortándome en seco al ver venir a nuestra sonriente hija a saludarme.
Todo mi cuerpo se puso en tensión de forma automática. Empecé a respirar muy fuerte, mientras sentía como mi cerebro se embotaba. "Mátala", me susurraba una angelical voz interior, "Acaba con esa aberración que no debería existir". Una alarma se me disparó. ¿Cómo demonios podía estar pensando en serio en matar a mi hija? ¿Es qué acaso estaba loco? "No, no, pequeño", desmintió con dulzura, "Es un monstruo disfrazado, un peligro para el mundo. Tú solo déjate llevar y todo habrá acabado pronto". Intenté resistirme, pero mi cuerpo no me respondía. Jadeé con fuerza, sofocado. Me sentía como si estuviera en pleno desierto, aunque no sudaba. Tanto mi hija como mi esposa me miraban aterrorizadas.
-Amor..., ¿qué te ocurre? ¿Estás bien?
Una neblina roja enturbió mi visión, mientras me abalancé sobre mi pequeña. ¡Huye! Quise gritar eso, pero en su lugar oí un rugido más propio de un animal que de una persona surgir de mi garganta. Mi cuerpo era como una marioneta que yo no podía manejar. Todo a partir de ese momento me pareció un sueño. Era como si viese sin ver realmente. Como si estuviese dormido estando despierto. Fugaces imágenes penetraban mi subconsciente. Mi mujer interponiéndose entre mi hija y yo. Ella desplomada contra la pared, con el cuello roto. Mi niña corriendo, con el terror pintado en sus inocentes ojos. El reflejo en el espejo del pasillo de un monstruo de piel rojiza, venas hinchadas, temibles ojos carmesí y desencajado rostro persiguiendo a mi niña. Ella sacando unas pequeñas alas blancas, como un verdadero ángel, tratando de desvanecerse de mi vista. Un fuerte tirón de una mano, que más se asemejaba a una garra, haciéndola caer al suelo.
-Papá... Por favor...- Oí un trémulo sonido, suplicante.
A duras penas pude imponerme un momento a la ensoñación. Lo suficiente para verme sobre mi hija, con mis manos encarnadas marcadas por gruesas venas rodeando su pálido cuello. Horrorizado, traté de separarlas, mas en vano. Temblaba ostensiblemente, tratando de luchar con ese instinto asesino que me invadía. La presión en mi cabeza se hizo más fuerte, y la antaño amable sugerencia se tornó en una dura e incuestionable orden. "Mátala". Me volví a sumergir en esa extraña semiinconsciencia, sintiendo como alzaba la cabeza de mi hija del suelo unos centímetros. Lo último que recuerdo antes de desconectarme por completo fue un sonoro crujido.

Parpadeé. Mi cuerpo me respondía de forma normal, como siempre. Antes de poder preguntarme si todo había sido un mal sueño o no me encontré ante un horror que hizo que mis ojos se desorbitasen. Debajo de mí se encontraba mi niña. Con la cabeza abierta, mientras un torrente de su esencia vital se vertía por el suelo. Mi labio temblaba ostentosamente, mientras las lágrimas se derramaban caudalosamente por mis mejillas, uniéndose al lago carmesí que se había formado. La alcé, mojándome por completo del cálido y pegajoso líquido, estrechándola contra mí.
-Mi...Mi...Mi pequeña...- Lloraba amargamente.
¿Cómo había sido capaz de hacerle eso a ella? A mi vida, la razón de mi existencia. Lo más importante para mí había desaparecido. Y lo peor es que era yo el que había segado su existencia. "Buen trabajo", me susurró la tan odiada voz, recobrando su dulzura. juraría que había un deje burlón en sus palabras.
-¿Por qué me..., has hecho hacer esto?
Pero nadie me respondió. A lo mejor me había vuelto loco. Si no fuera porque estaba allí, sujetando el cadáver de mi propia sangre, pensaría que había sido obra de otro. Pero ese sueño irreal que había tenido se había materializado como la peor de mis pesadillas. Lloré hasta que me dolieron los ojos, con el corazón martilleando mi pecho a un ritmo desenfrenado, pero sin soltarla. Ese día, a esa hora mi alma desapareció para siempre, diluida en la roja oscuridad de un mal que se había apoderado de mí, esclavizándome para sus perversos propósitos. Un mal de engañosos ojos violetas.

jueves, 9 de abril de 2015

Testigo Inesperado


A continuación, otro relato de la antología "Compendio de Mundos":


                                                     TESTIGO INESPERADO



Mi paseo nocturno me había llevado a la periferia de mis dominios. Dominios simlicos, claro, ya que no era dueño nominal de las oscuras calles. Caminaba elegantemente con paso despreocupado por solitarias calles iluminadas por exiguas luces. Poco me importa, en cualquier caso veo bastante bien de noche. Dejando ats el clásico empedrado me iba adentrando en zonas más modernas de la ciudad y por tanto, más bulliciosas. Mi gusto caprichoso me había impulsado a acudir, en contra de lo que era normal en . Las luces se había tornado más brillantes, y por todas partes bullían multitudes. Pa velozmente entre ellos, hasta acercarme a la zona qué frecuentaban los jóvenes. Un grupo de chicas se me que mirando   mientras pasaba a su lado. Les devol una brillante mirada de mis ojos verde intenso, haciendo que sonrieran, prendadas. Una incluso hizo un gesto que indicaba que quería acercárseme. Pero para entonces yo ya seguía mi camino. No estoy interesado en recibir cariño ahora. Quizás en  otro  momento. Al  fin  y  al  cabo  tenía  un  encanto innato  que  atraía  al  género femenino. Esbocé una sonrisa que dejó entrever mis puntiagudos colmillos. Por suerte ya había comido, a que no debía preocuparme de cazar. Busqué un callejón solitario donde relajarme un rato, ya que tanto ruido comenzaba a molestarme. Por suerte el objeto de mi búsqueda estaba cercano. En el oscuro callejón tan solo penetraba la luz de una creciente luna, que parecía sonreírme, a , su compañero de andanzas. Encontré una balconada fácilmente accesibl y que tenía toda la pinta de llevar abandonada mucho tiempo. Con la agilidad propia de un atleta me encaramé a ella y me acomodé. Las horas pasaban mientras hacía el perezoso impunemente y con total libertad. El frescor de la noche siempre me ha resultado placentero. Mis ojos ya empezaban a cerrarse, dispuestos a sumir a mi cuerpo en un agradable descanso cuando alguien invadió el callejón. No me gustaban las sorpresas, a que me vi obligado a desperezarme. Una pareja, o eso parecía. Destilaban tanta pasión que podía olerla desde aquí. Se encontraban en plena faena, pero no era nada que no hubiera visto antes, así que me iba a disponer a ignorarlos cuando algo me llamó la atención. Ese chico. Tenía un aire inconfundible...,a depredador. Los que tenemos alma de predadores nos reconocemos fácilmente. Cambié de posición para observarlos mejor. Me revol el pelirrojo cabello sin llegar a cerrar los ojos completamente, pues no quería perderme detalle. No parecía que fuera a pasar nada..., hasta que el hombre sacó de forma casi imperceptible una aguja de su bolsillo y le dio un pinchazo a su pareja en el cuello, dejando caer casi al momento el objeto. Lo hizo con tal habilidad y rapidez que posiblemente un  ojo  normal  no  lo  habría  percibido  claramente.  Pero  nadie  podía engañar a mis ojos, superiores a los humanos. Una puntiaguda sonrisa se abría en mi rostro. La muchacha parecía sorprendida, pero por un momento no pa nada. Entonces abrió mucho los ojos pareció resbalar contra la pared del callejón. Él se apartó, pero sin desviar la mirada de ella. Interesante. No perdía detalle de la escena. Podía apreciar como la vida escapaba rápidamente de la joven. El fin lle pronto. El asesino recogió su "arma" y la guardó. Luego miró a su alrededor, seguramente para cerciorarse de que nadie lo había visto. Por suerte las sombras me ocultaban oportunamente, y cuando yo no quería ser visto a era. Encendió un detestable cigarro y se agac para cerrar los ojos de su víctima. "Qué gesto tan humano", pen con ironía, mientras movía mi cola con ademán perezoso. Después se fue, sin prisa aparente. Parece que la función ha terminado. Sólo quedaba que alguien recogiera el cuerpo de la actriz, pero no iba a quedarme a verlo. El tedio se había vuelto a apoderar de . Era hora de volver a "casa". Ec un último vistazo al cuerpo desmadejado de la chica. Tenía unos ojos casi tan bonitos como los míos, que lástima. A lo lejos un perro aulló. Se me erizó el pelo, no aguantaba ese sonido tan desagradable. Ya apenas quedaba nadie por las calles, por lo que el paseo se hizo más agradable. Pasando por delante de los escaparates me detuve ante uno particularmente reflectante. Me devolvió una imagen de pelaje pelirrojo ligeramente rayado, ojos verdes como el jade y rasgados elegantemente, unas afiladas garras, dientes agudos, orejas redondeadas y una cola estilizada. Me agradaba esa imagen. Retomé el camino hacia mis verdaderos dominios, pero no sin antes dedicarle a la siempre vigilante luna una sonrisa pícara y decirle sarcásticamente "Miau".