miércoles, 22 de abril de 2015

Librerías donde se puede conseguir el libro Compendio de Mundos

Para la gente de Las Palmas, mi libro está ya disponible en las librerías Canaima (C/ Senador Castillo Olivares nº 7) y Sinopsis (C/ Perdomo nº 6).

En el resto de España por ahora se puede conseguir a través de la página de Ediciones Dauro, con gastos de envío gratuitos (http://www.edicionesdauro.com/articulo/581-COMPENDIO_DE_MUNDOS.html)

A continuación pongo enlaces a algunas librerías de la Península donde se pueden conseguir:

Librería Edisofer, en Madrid: http://www.edisofer.com/Catalogo/Libro/9788416340118/compendio-de-mundos

Librería Proteo, en Málaga: https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/1576229/titulo/compendio-de-mundos.html

Librerías Ojanguren, en Oviedo: http://www.ojanguren.com/buscar/?isbn=978-84-16340-11-8

Librería Popular Libros, en Albacete: http://www.popularlibros.com/libros/compendio-de-mundos/731755/978-84-16340-11-8

Librería Gómez Técnica, en Pamplona: http://www.libreriagomez.com/telefono-libreria-gomez-pio12-35.html

Librería Agapea: http://www.agapea.com/libros/Compendio-de-mundos-9788416340118-i.htm

A medida que vaya teniendo más información la iré publicando. ¡Un saludo para todos!

jueves, 16 de abril de 2015

El Alma del Vein

A continuación, un pequeño relato basado en la genial saga Dominadores de Almas, de Mélani Garzón Sousa. 


El Alma del Vein


Había tenido una mañana desastrosa. Aún no me lo podía creer, temblaba por lo sucedido. Estaba dirigiendo al trabajo, como cada día, cuando un hombre se cruzó en mi camino. No pude desviar el coche y lo terminé atropellando, inevitablemente. Recordaba el impacto con tanta intensidad como si hubiese sido yo el que le embistió directamente, hasta noté un escalofrío recorriendo mi cuerpo. Salí a socorrerle, mientras avisaba a los servicios de urgencias, pero ya era tarde para él. Las siguientes horas corrieron en una amalgama de sirenas, técnicos retirando el cuerpo, policías interrogándome y finalmente pude volver a mi casa en taxi, ya que el vehículo accidentado había sido retirado por una grúa. Abrí la puerta de mi casa, con una sensación de jaqueca atenazándome. Una jaqueca que había comenzado como una ligera molestia, horas atrás. Me vendrá bien descansar un poco. Dejé las llaves sobre el recibidor, mientras anunciaba a mi familia mi prematuro regreso.
-Cariño, estoy en casa.
-¿Y eso, amor? ¿Cómo es que has llegado tan pronto?- Preguntó con extrañeza mi mujer, saliendo al pasillo.
-Ni te creerías lo que me ha pasado...- Comencé a explicarle, cortándome en seco al ver venir a nuestra sonriente hija a saludarme.
Todo mi cuerpo se puso en tensión de forma automática. Empecé a respirar muy fuerte, mientras sentía como mi cerebro se embotaba. "Mátala", me susurraba una angelical voz interior, "Acaba con esa aberración que no debería existir". Una alarma se me disparó. ¿Cómo demonios podía estar pensando en serio en matar a mi hija? ¿Es qué acaso estaba loco? "No, no, pequeño", desmintió con dulzura, "Es un monstruo disfrazado, un peligro para el mundo. Tú solo déjate llevar y todo habrá acabado pronto". Intenté resistirme, pero mi cuerpo no me respondía. Jadeé con fuerza, sofocado. Me sentía como si estuviera en pleno desierto, aunque no sudaba. Tanto mi hija como mi esposa me miraban aterrorizadas.
-Amor..., ¿qué te ocurre? ¿Estás bien?
Una neblina roja enturbió mi visión, mientras me abalancé sobre mi pequeña. ¡Huye! Quise gritar eso, pero en su lugar oí un rugido más propio de un animal que de una persona surgir de mi garganta. Mi cuerpo era como una marioneta que yo no podía manejar. Todo a partir de ese momento me pareció un sueño. Era como si viese sin ver realmente. Como si estuviese dormido estando despierto. Fugaces imágenes penetraban mi subconsciente. Mi mujer interponiéndose entre mi hija y yo. Ella desplomada contra la pared, con el cuello roto. Mi niña corriendo, con el terror pintado en sus inocentes ojos. El reflejo en el espejo del pasillo de un monstruo de piel rojiza, venas hinchadas, temibles ojos carmesí y desencajado rostro persiguiendo a mi niña. Ella sacando unas pequeñas alas blancas, como un verdadero ángel, tratando de desvanecerse de mi vista. Un fuerte tirón de una mano, que más se asemejaba a una garra, haciéndola caer al suelo.
-Papá... Por favor...- Oí un trémulo sonido, suplicante.
A duras penas pude imponerme un momento a la ensoñación. Lo suficiente para verme sobre mi hija, con mis manos encarnadas marcadas por gruesas venas rodeando su pálido cuello. Horrorizado, traté de separarlas, mas en vano. Temblaba ostensiblemente, tratando de luchar con ese instinto asesino que me invadía. La presión en mi cabeza se hizo más fuerte, y la antaño amable sugerencia se tornó en una dura e incuestionable orden. "Mátala". Me volví a sumergir en esa extraña semiinconsciencia, sintiendo como alzaba la cabeza de mi hija del suelo unos centímetros. Lo último que recuerdo antes de desconectarme por completo fue un sonoro crujido.

Parpadeé. Mi cuerpo me respondía de forma normal, como siempre. Antes de poder preguntarme si todo había sido un mal sueño o no me encontré ante un horror que hizo que mis ojos se desorbitasen. Debajo de mí se encontraba mi niña. Con la cabeza abierta, mientras un torrente de su esencia vital se vertía por el suelo. Mi labio temblaba ostentosamente, mientras las lágrimas se derramaban caudalosamente por mis mejillas, uniéndose al lago carmesí que se había formado. La alcé, mojándome por completo del cálido y pegajoso líquido, estrechándola contra mí.
-Mi...Mi...Mi pequeña...- Lloraba amargamente.
¿Cómo había sido capaz de hacerle eso a ella? A mi vida, la razón de mi existencia. Lo más importante para mí había desaparecido. Y lo peor es que era yo el que había segado su existencia. "Buen trabajo", me susurró la tan odiada voz, recobrando su dulzura. juraría que había un deje burlón en sus palabras.
-¿Por qué me..., has hecho hacer esto?
Pero nadie me respondió. A lo mejor me había vuelto loco. Si no fuera porque estaba allí, sujetando el cadáver de mi propia sangre, pensaría que había sido obra de otro. Pero ese sueño irreal que había tenido se había materializado como la peor de mis pesadillas. Lloré hasta que me dolieron los ojos, con el corazón martilleando mi pecho a un ritmo desenfrenado, pero sin soltarla. Ese día, a esa hora mi alma desapareció para siempre, diluida en la roja oscuridad de un mal que se había apoderado de mí, esclavizándome para sus perversos propósitos. Un mal de engañosos ojos violetas.

jueves, 9 de abril de 2015

Testigo Inesperado


A continuación, otro relato de la antología "Compendio de Mundos":


                                                     TESTIGO INESPERADO



Mi paseo nocturno me había llevado a la periferia de mis dominios. Dominios simlicos, claro, ya que no era dueño nominal de las oscuras calles. Caminaba elegantemente con paso despreocupado por solitarias calles iluminadas por exiguas luces. Poco me importa, en cualquier caso veo bastante bien de noche. Dejando ats el clásico empedrado me iba adentrando en zonas más modernas de la ciudad y por tanto, más bulliciosas. Mi gusto caprichoso me había impulsado a acudir, en contra de lo que era normal en . Las luces se había tornado más brillantes, y por todas partes bullían multitudes. Pa velozmente entre ellos, hasta acercarme a la zona qué frecuentaban los jóvenes. Un grupo de chicas se me que mirando   mientras pasaba a su lado. Les devol una brillante mirada de mis ojos verde intenso, haciendo que sonrieran, prendadas. Una incluso hizo un gesto que indicaba que quería acercárseme. Pero para entonces yo ya seguía mi camino. No estoy interesado en recibir cariño ahora. Quizás en  otro  momento. Al  fin  y  al  cabo  tenía  un  encanto innato  que  atraía  al  género femenino. Esbocé una sonrisa que dejó entrever mis puntiagudos colmillos. Por suerte ya había comido, a que no debía preocuparme de cazar. Busqué un callejón solitario donde relajarme un rato, ya que tanto ruido comenzaba a molestarme. Por suerte el objeto de mi búsqueda estaba cercano. En el oscuro callejón tan solo penetraba la luz de una creciente luna, que parecía sonreírme, a , su compañero de andanzas. Encontré una balconada fácilmente accesibl y que tenía toda la pinta de llevar abandonada mucho tiempo. Con la agilidad propia de un atleta me encaramé a ella y me acomodé. Las horas pasaban mientras hacía el perezoso impunemente y con total libertad. El frescor de la noche siempre me ha resultado placentero. Mis ojos ya empezaban a cerrarse, dispuestos a sumir a mi cuerpo en un agradable descanso cuando alguien invadió el callejón. No me gustaban las sorpresas, a que me vi obligado a desperezarme. Una pareja, o eso parecía. Destilaban tanta pasión que podía olerla desde aquí. Se encontraban en plena faena, pero no era nada que no hubiera visto antes, así que me iba a disponer a ignorarlos cuando algo me llamó la atención. Ese chico. Tenía un aire inconfundible...,a depredador. Los que tenemos alma de predadores nos reconocemos fácilmente. Cambié de posición para observarlos mejor. Me revol el pelirrojo cabello sin llegar a cerrar los ojos completamente, pues no quería perderme detalle. No parecía que fuera a pasar nada..., hasta que el hombre sacó de forma casi imperceptible una aguja de su bolsillo y le dio un pinchazo a su pareja en el cuello, dejando caer casi al momento el objeto. Lo hizo con tal habilidad y rapidez que posiblemente un  ojo  normal  no  lo  habría  percibido  claramente.  Pero  nadie  podía engañar a mis ojos, superiores a los humanos. Una puntiaguda sonrisa se abría en mi rostro. La muchacha parecía sorprendida, pero por un momento no pa nada. Entonces abrió mucho los ojos pareció resbalar contra la pared del callejón. Él se apartó, pero sin desviar la mirada de ella. Interesante. No perdía detalle de la escena. Podía apreciar como la vida escapaba rápidamente de la joven. El fin lle pronto. El asesino recogió su "arma" y la guardó. Luego miró a su alrededor, seguramente para cerciorarse de que nadie lo había visto. Por suerte las sombras me ocultaban oportunamente, y cuando yo no quería ser visto a era. Encendió un detestable cigarro y se agac para cerrar los ojos de su víctima. "Qué gesto tan humano", pen con ironía, mientras movía mi cola con ademán perezoso. Después se fue, sin prisa aparente. Parece que la función ha terminado. Sólo quedaba que alguien recogiera el cuerpo de la actriz, pero no iba a quedarme a verlo. El tedio se había vuelto a apoderar de . Era hora de volver a "casa". Ec un último vistazo al cuerpo desmadejado de la chica. Tenía unos ojos casi tan bonitos como los míos, que lástima. A lo lejos un perro aulló. Se me erizó el pelo, no aguantaba ese sonido tan desagradable. Ya apenas quedaba nadie por las calles, por lo que el paseo se hizo más agradable. Pasando por delante de los escaparates me detuve ante uno particularmente reflectante. Me devolvió una imagen de pelaje pelirrojo ligeramente rayado, ojos verdes como el jade y rasgados elegantemente, unas afiladas garras, dientes agudos, orejas redondeadas y una cola estilizada. Me agradaba esa imagen. Retomé el camino hacia mis verdaderos dominios, pero no sin antes dedicarle a la siempre vigilante luna una sonrisa pícara y decirle sarcásticamente "Miau".